Los conciertos dobles siempre serán algo que se agradezca infinitamente, a pesar de que con ello se piense que se garantizará el aforo del recinto y no muchas veces suceda. Anoche fuimos testigos de una dupla de mujeres liderando sus bandas. Tuvimos a Shirley Manson al frente de Garbage y a Debbie Harry con Blondie. En todo momento la escocesa Shirley mostró admiración, reconocimiento y satisfacción por abrir los conciertos de una de las personas que más le han insipirado en la vida, y que anoche se concluyó la gira en nuestro país. Por su parte, la banda estadounidense con más de 50 años en escena mantuvo al público la mayor parte del tiempo de pie tocando un repertorio brutal.
Al caer la noche, el conocido como “Domo de Cobre” comenzó a tener un aforo difícil al comienzo. Garbage tenía poco de haberse presentado en nuestro país, y gran parte del público acudía principalmente por Debbie y los 4 años de ausencia que hubo desde su presentación en la edición del 2013 del Corona Capital. No importando la poca o mucha gente, Shirley en todo momento mostró entrega y la característica voz energética que le distingue.
Se fueron soltando poco a poco temas del calibre de “No Horses”, “Sex Is Not The Enemy” y “#1 Crush”. El aforo comenzaba a ser mayor cada vez. Todo el poder caía en las cuerdas del guitarrista Stein. Todo un concierto corrido, sin “encores” y en golpes al aire con micrófono en mano y un público que hacía eco en voces segundas con los cantos de Manson. El repertorio se vio equilibrado entre los discos “Garbage”, “Strange Little Birds” y “Version 2.0″, de donde sonaron la mayoría de los temas.
A muchos nos hizo recordar nuestros años en la que cambiábamos discos o hacíamos nuestras listas en ellos descargando música de plataformas. Sonó “Stupid Girl”, tema de la película 007 y vaya forma de Shirley de mostrarse en el escenario, seduciendo y complaciendo a todo quien le veía. Temas como “Blackout”, “The World Is Not Enough” y el cierre con “Push It” y “Vow” fue tremendo para la presentación. Nos dejarían bien entrados en calor para recibir a los estelares de la noche.
Así, como una abeja reina se mostró en el escenario Debbie Harry a sus más de 70 años. Ama y señora del foro y de la noche, captó las miradas de todos y el público de todas edades deshaciéndose en aplausos. Ya mucho más decente la asistencia en el Palacio de los Deportes, pero todavía con algunas butacas vacías. La noche estuvo matizada con varios covers que ofrecieron, tanto de Bob Dylan, The Paragons, como de Céline Dion y el tema de “Titanic”, bastante raro e inesperado, por cierto.
Pero qué manera de comenzar un show sin escatimar en quemar grandes éxitos desde el principio. Así como venía soltaron “One Way Or Another”, “Fun”, “Call Me”, “Gravity” y “Rapture”. Era demasiado complicado que el público estuviera tranquilo y sin exaltarse o desbordar emoción. Varios le veían por primera vez y muchos otros crecieron con su música. Si bien la edad ha mermado la fuerza física de Debbie, no así lo ha hecho en su voz y entrega para con nosotros anoche. Sonaba “Too Much” y apenas el tecladista decía en español “¿Alguien de aquí se llama María?” y con ello fue suficiente para saber que escucharíamos en vivo uno de los temas más representativos de su tiempo y de la banda, mismo por el cual mucha gente los reconoce.
El cansancio y el paso de los años ha sido evidente en los miembros de la banda, máxime la fatiga que es estar de gira. El Palacio de los Deportes es conocido por el cuerpo que adquiere el sonido al retumbar en sus paredes cóncavas y que a veces se vicia el sonido, pero eso no nos impidió distinguir el comienzo de “Atomic” y la fuerza en la guitarra que lo anuncia. Finalmente con “Heart Of Glass” hubo un pequeño descanso que no parecía existirlo, pues la banda ya había abandonado el escenario y el público continuaba aplaudiendo y ovacionando de un modo ferviente, esperando un eventual regreso al escenario.
La espera terminó y con la extravagancia de nuevo se hizo presente con Debbie y un abrigo bromoso. La medianoche se acercaba y era el momento para concluir una gira con este concierto, así que nos regalaron todavía dos covers y cerraron muy dignamente con “Dreaming”, manteniendo a gente que ya se iba en las escaleras y con la mirada absorta; total, el Metro puede esperar. Los coloridos visuales y una bola en el techo reflejaron luces que volvieron aún más eufórica a la gente.