Fotos por Chino Lemus // OCESA.
Se cumplió un término: Después de 6 años, The Cure regresó a nuestro país. No podemos escribir esto sin pasar de largo aquella presentación en 2013, cuando coincidió con el cumpleaños de Robert Smith, una Luna llena roja que se asomaba por detrás del escenario y un set con ¡50 canciones! que vibró en resonancia con el suelo de la Ciudad de México con un sismo que ocurrió aquella noche.
En medio de una celebración de sus 40 primeros años, The Cure regresó a México, luego de una fecha anunciada de manera muy apresurada, con apenas un mes de distancia, pero que no fue impedimento para que en cuestión de horas se agotaran las 70 mil entradas. Las zonas aledañas al recinto parecían una procesión, un culto a todas las corrientes hasta las que se extendió la música de The Cure. Gente de todas edades, pero en su mayoría los llamados “chavorrucos”.
Gente que en su adolescencia creció con esta música, que descubrían nuevos lanzamientos en el Tutti Frutti, que intercambiaron rarezas y casetes en el tianguis del Chopo. Cuánta historia había en sus caras emocionadas. Nos esperaban 2 horas y 45 minutos para escuchar alrededor de 30 canciones, que al final fueron 36, casi “39″. Con una discografía tan amplia, desde luego que teníamos los firmes deseos de escuchar tal o cual canción, pero en su set se decidieron por presentar en su mayoría del disco “Disintegration”, que justo este año cumple 30.
Abriendo con “Plainsong”, el inicio fue sumamente conmovedor por la entrada con ambientes dulces y melancólicos de los que está impregnada esa producción. Gallup inmediatamente dejó su marca tan distintiva al ir y venir por todo el escenario cargando su bajo activo colgando por debajo de la cadera, subiendo el pie sobre el monitor, trotando con el bajo y ocasionales sonrisas hacia el público. La guitarra barítono de Robert, una “Schecter” pudo haber soltado un inicio más dinámico al abrir con “Shake Dog Shake”, como han acostumbrado en otras presentaciones, pero no sucedió así, no obstante que dicha canción fue parte del “main set”.
The Cure suele emplear algunas fórmulas en sus sets: si abren con “Shake Dog Shake”, tocarán “One Hundred Years” y algunas rarezas desenterradas. Si abren con “Plainsong”, el set consistirá más de puros éxitos. Siguiendo esta línea, el show de anoche estuvo cargado de piezas ampliamente conocidas por todos como “Just Like Heaven”, “Friday I’m In Love”, “Lullaby”, “Boys Don’t Cry”, por ejemplo. Algunas sorpresas fueron “Hot Hot Hot!!!” y “Grinding Halt”, que han sido interpretadas pocas veces en esta gira.
Despidieron el “main set” con “Disintegration”, viciándose un poco por las frecuencias graves que predominan en la canción, con un total de 21 canciones hasta entonces. Faltarían 2 encores llenos de hits, que incluso hasta por un momento pensamos que “Friday I’m In Love” sería interpretada en acústico porque Robert cantó unas líneas sólo con su guitarra. Estaba programado el cierre para las 23.45 hrs, pero The Cure se extendió hasta pasada la medianoche. Ni quién se quejara o dijera algo.
Rara vez se veía que la gente ubicada en gradas se sentara. Más aún cuando llegó el segundo y último encore que abrió con “Three Imaginary Boys” y concluyó la noche con “Killing An Arab”, canciones que tienen 40 años de historia. Al final se veía a Robert Smith hecho un puño de emociones, con las emociones a tope y llevándose las manos a la boca mientras se paseaba por todo el escenario para agradecer a un público tan devoto como el mexicano.
Entre confirmaciones de Smith sobre un supuesto disco a estrenarse este año y ahora que se encuentran trabajando en 3 materiales distintos, cruzamos los dedos y deseamos que la próxima vez no tarden tanto en regresar.